Vieito: ilimitada expresividad del símbolo
Hace más de veinte años, irrumpió en el ámbito de la plástica avileña, José Ramón Benítez Vieito, quien desde su graduación en la Escuela Nacional de Arte (1990), en la ciudad de La Habana, concibe imágenes para representar la riqueza de nuestro contexto cultural.
Quizás resulte extraño que el grabado haya sido su especialidad durante sus estudios, lo cual ha dejado ciertos vestigios en sus apasionadas incursiones en la pintura.
En “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, pintura monocromática al óleo, de 1m x 1,50 m, el artista retoma el título de la obra original al apropiarse de uno de los quince grabados en madera de 34,4 m x 28,1 m perteneciente a la serie de Alberto Durero. Del grabado a la pintura, de un intérprete del Renacimiento a un buscador de recursos para tamizar los años noventa en Cuba.
La presencia protagónica del animal se inicia con Los pollos de mi patio (1994), pequeños formatos de dibujos a tinta sobre papel, en los que dicha ave, resultó explotada y manipulada por su atractiva iconografía.
Otra serie constituye una etapa de profunda experimentación y es cuando nos encontramos al creador Jugando con Goya (1994). Búsquedas conceptuales surgen del acercamiento y representación de las aguafuertes Los Caprichos, de La Maja y Los desastres de la guerra, mas Vieito prefirió la parte de la creación goyesca cuando al maestro le sobrevino la sordera en 1792 y sus creaciones adquirieron un carácter sombrío y descarnado.
Vieito siente preferencia también por representar de manera reiterada la figura del cocodrilo. Fue la pintura “Esperando un milagro”, en óleo sobre lienzo, que representa al cocodrilo reposado sobre un taburete a través de una paleta sobria desde el verde hasta el carmelita con el empleo racional de los valores.
Reaparece el cocodrilo en la colección Animales que vuelven, exhibida por primera vez, en un edificio ruinoso avileño fungiendo como espacio expositivo. Esta propuesta también se mostró en la galería 23 y 12, en La Habana (2000).
Con la experiencia de vida de Vieito, se incorporan la tortuga, la palma real, y la nube. Multitudinaria presencia de animales idénticos en amplias colecciones, el animal acorazado como singularidad, así como la emergencia de otros elementos imprescindibles en este discurso artístico visual, constituyen el vocabulario formal para materializar el propósito estético: la reinterpretación de la retórica.
Es sorprendente la versatilidad y maestría con que Vieyto crea. Innumerables retratos resueltos en desiguales soportes demuestran tanto sus cantidades de obras, como la valía de cada una de ellas. Destaca, en especial, los logros escultóricos desde el uso del ferrocemento hasta el dominil del mármol.
Esculturas ambientales, así como de personalidades nacionales y foráneas, asoman en diferentes ángulos del territorio avileño. Marcan este quehacer temas históricos como el mural (altorrelieve) fundido en fibra de vidrio, rememorando el injusto fusilamiento de los estudiantes de medicina durante la Cuba colonial; también está la figura de Máximo Gómez, monumento ecuestre, entre otros.
Vieito y su obra, constituyen una genuina página de la Historia del arte avileño. Ambos nos convocan a implicarnos en su imaginario a través de la ilimitada expresividad del símbolo para, de esa manera, preservarnos, incluso, del peligro que no existe.
MSc. Mayslett Sánchez Clemente
Historiadora, investigadora y crítica de arte.
Exposición: